Había estado en Las Palmas un par de
veces de jovencilla, pero empecé a tener interés en conocer el resto de la isla pasados
unos años, asombrándome ante sitios tan interesantes como el Cenobio de Valerón,
las Cuatro Puertas de Telde, los restos del Agujero de Gáldar, el Barranco de
Guayadeque o el fabuloso Museo Canario
(un espacio al que siempre vuelvo fascinada), lugares a los que tiempo después
llevamos a mi madre, tan interesada y curiosa como era por aprender de todo lo
posible.
No vine a saber sino bastante más
tarde, en sucesivos viajes, la cantidad inmensa de zonas con un altísimo
interés arqueológico que tiene la isla; unos que ya he visto, otros que me
faltan, alguno que no sé si podré, dada la dificultad que hay para hacerlo,
como es el extraordinario Risco Caído (propuesto recientemente para Patrimonio
de la Humanidad), al que llevo queriendo visitar ya dos años sin éxito. Y otros
de los que –seguramente- aún no tengo ni idea que existen.
El Maipés de Agaete, con cerca de
medio millar de túmulos de diferentes formas y tamaños, todos ellos sobre una
colada lávica, es realmente impresionante.
Igual de sorprendente, pero entre un
maremagnum de rocas y piedras, es la Necrópolis de Arteara, con más de mil
enterramientos, alguno de ellos tan especial como el que iluminan los primeros
rayos del sol en una fecha determinada.
La extraordinaria Cueva Pintada de
Gáldar, uno de los yacimientos más importantes de Canarias, por sus dimensiones
y hallazgos, y sobre todo por las pinturas de la propia cueva, únicas en las
islas.
La Cañada de los Gatos, en Mogán, con
los restos de un poblado prehispánico de más de 1.600 años de antigüedad, con
casas, cuevas y estructuras funerarias.
La Fortaleza de Ansite, de la que se
dice (aunque hay otras teorías menos románticas) que fue por donde se
despeñaron Bentejuí y Tazarte antes de ser capturados por los conquistadores,
al grito de ¡Atis Tirma!
Los Caserones de La Aldea, los
grabados del Barranco de Balos, los poblados de Tufia y El Castillete, Roque
Bentayga o las espectaculares cazoletas de algún lugar de la costa, son varios
de los que tengo en la lista de preferencias, esperando una oportunidad que no
dejaré pasar desde que pueda.
Lo que es indudable es la riqueza patrimonial
de la isla, en contraposición a otras, como mismamente Tenerife, que no puede presumir
de esa cantidad enorme de lugares tan interesantes. Tenemos por aquí un
precioso tagoror en Teno, que no tiene ni un maldito letrero que hable de su
historia e importancia. Estaciones de cazoletas en muchos riscos y roques, grabados
en San Miguel, Aripe, Masca, Granadilla. Restos de cabañas y refugios
pastoriles repartidos por toda la isla. La Piedra de los Valientes o La Medida
del Guanche. Cuevas en barrancos que aún conservan sus paredes protectoras y
algunos otros espacios repartidos por aquí y por allá.
Pero poco (y nada cuidado) comparable
al poderío que exhibe nuestra isla de enfrente, toda una variedad de
habitáculos, bien construidos perfectamente, bien aprovechando numerosas
oquedades del terreno, incluso como graneros y santuarios. Poblados trogloditas,
pinturas, enterramientos, túmulos de todo tipo, cuevas labradas, estructuras
diversas que nos hablan de un amplísimo patrimonio.
Aquí cerca, a un par de horas.
Gran Canaria, tan hermosa, tan rica,
tan variada. Un lujo a nuestro alcance.
Texto y fotos, Virgi
14 junio 2017
6 comentarios:
Qué bonito todo lo que cuentas e ilustras. Canarias es algo pendiente en mi vida.
Besicos muchos.
Pues ya sabes, Nani, si te decides, aquí me tienes para acompañarte a un par de sitios que te gustarán. Besitos y gracias por estar pendiente.
Que maravilla todo, me encantó la casa que hizo tu abuelo, lo que me maravilla es el sabor a trabajo y sacrificio que tiene todo, en un entorno tan hostil, tan yermo, todo lo hay que currar mucho...
Besos y salud
Gracias, Genín. Por venir, por tus palabras, por tu fidelidad aunque yo no te visite ni abra los comentarios. De veras, MUY AGRADECIDA, se ve que eres un sol de criatura, ya te lo he dico, pero sigo. Me alegra también que te haya gustado este post. Un abrazo y muchos besos, campeón.
Y un lugar que no citas pero guardo en mi memoria como una luz (y en mi espalda en forma de manchas de una insolación): la playa de Güigüi. Un lugar único.
(Hacia timpo, en estos tan raros, querida amiga, que no me pasaba por acá. Veo que sigue el buen pulso, que no decaiga). A.
Hola Alfredo, gracias por acercarte hasta este blog que aún mantengo, pero en el que no suelo abrir ya los comentarios, pues no sé la razón, pero me resulta complicado contestar y visitar otros. Nunca he visitado Güigüi, una lástima porque todo el que lo hace cuenta de sus maravillas, a ver si lo hago algún día. Un fuerte abrazo.
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