Patrick Modiano
Hechizada por Modiano, me
obliga a repetir una y otra vez lo que
de él voy leyendo. En un juego casi sin fin, parece como si su propia manera de
escribir es la que yo también debiera practicar en la lectura de sus libros.
Sobrio, sin concesiones al brillo, Patrick Modiano (1945) escribe novelas
cortas y contenidas, donde la memoria juega un papel fundamental. Memoria de
gentes, de actos, de lugares, de situaciones.
Lo leo inusualmente despacio,
y aún así, cuando vuelvo a cogerlo, he de repasar varias páginas, pues siempre
me esconde algo nuevo, un enlace que no había descubierto, un pliegue que pasé
por alto, un lugar que no reconocí.
En sus novelas, Patrick
Modiano busca sin cesar. Una búsqueda vital con un cierto desorden premeditado, que mezcla
gentes, momentos, circunstancias, con saltos imperceptibles en el tiempo y el
espacio que me llevan a un juego como de rayuela, a veces a la pata coja, otras veces con los
números pares o los impares; más allá, desde el final mirando al principio, para comprobar si he
hecho lo correcto, si he pisado o no las casillas necesarias para acabar de la
forma más adecuada.
Su pertinaz indagación sobre
un personaje hace que el escritor lo siga con la perseverancia de un detective:
indaga acerca de sus diferentes direcciones, consigue documentos familiares,
escudriña las guías telefónicas, estudia con ahínco en las hemerotecas.
Para la estremecedora Dora Bruder, el escritor rastreó las
huellas de una joven desaparecida a principios de los cuarenta en París, para
llegar a un final afilado como un cuchillo, donde la memoria va encontrando
alguna luz entre las rugosidades terribles de la vida, cuando la libertad se
ceñía a una estrella amarilla cosida en la ropa.
Pedigrí, pequeña y dolorosa novela más que cercana a su autobiografía, donde nos abre la puerta a sus
orígenes:
_Todo es real. Es una
autobiografía un poco especial. Quería hablar de cosas que me hicieron daño y
que me resultaban extrañas. En otras autobiografías se habla de cosas íntimas
con las que uno está de acuerdo, con las que te reconoces. Yo, por el
contrario, quería liberarme de cosas que me hicieron daño. Quería
desembarazarme de todo eso que yo no elegí, que no me concernía del todo y que
me hizo daño... (*)
Retrata a su madre, bailarina desligada de su
hijo, que va y viene al son de sus intereses, y al padre, un hombre frío y
distante, que nunca le demuestra ningún amor y del que se separa para siempre
en su juventud. Pero nada en el libro nos lleva a la pena, más bien ilumina un
camino del que envidiamos su lúcida objetividad.
En La
calle de las tiendas oscuras, o la levedad de la memoria, un detective
intenta saber quién fue para saber algo más de quién es. Un recorrido
apasionante, donde el lector pierde pie, tanto o más como si fuera él mismo
quien se busca.
En definitiva, Modiano arma y desarma el rompecabezas en un
solo libro y en varios. Encuentra las piezas de uno y le sirven para otro, pero
ya serán distintas, aunque parezcan las mismas.
O es que tal vez lo son.
(*) Entrevista en El País, 16 mayo 2009
Foto y texto, Virgi