martes, 31 de diciembre de 2013

La Gomera


Les dejo con La Gomera, plena de verde después de un incendio atroz. 

Así nosotros, con la esperanza a flor de piel.


















                       



























                                   ¡ FELIZ AÑO NUEVO !





Fotos Virgi

domingo, 22 de diciembre de 2013

DESEOS





UN MANANTIAL DE DICHA PARA USTEDES






QUE LAS NUBES LA DERRAMEN SOBRE LOS MÁS NECESITADOS…







  QUE  NO REINE LA INFAMIA, LA MENTIRA, EL ABUSO.

QUE EL 2014 SEA JUSTO Y  GENEROSO.

                    QUE NOS DÉ EL CORAJE DE LUCHAR 
                           POR NUESTROS DERECHOS.







Unas gotas de dicha para mí: verme en Máquina de coser palabras, de J. Yanes, pródigo y desprendido como suele.
Juan, gracias.


 


jueves, 12 de diciembre de 2013

Pupila y palabra XXXIV






Arte al paso




Me admira la belleza de lo espontáneo, lo casual, aquello que florece ajeno a modas, corrientes artísticas o valoraciones de expertos. Trazos involuntarios, rasgaduras del viento, montículos de piedras, una grandiosa noche azul, signos ininteligibles, rayas, puntos, líneas, socavones en los muros…toda una retahíla de descubrimientos inundados de luz y arte, al paso del camino.

Por senderos y lejanos vericuetos he encontrado el arte producido por el viento, la lluvia, el sol. Unas veces sobre lo que alguien, en un rincón lejano, realizó para cerrar sus huertas, tapiar un acceso o cubrir un hueco. Otras, lo que la propia naturaleza nos regala sin pinturas ni pinceles.










Cuando ví un haz de palos apoyados en un muro recordé a James Castle, artista en su granja, recortando y pintando con telas, hollín, saliva, usando cartones, palos y maderas de su Idaho más profundo, lejos de la fama. Organizando muestras de sus obras en cobertizos y pequeños habitáculos familiares. Sus personajes, cosidos y sobrecosidos laten aún en mi pensamiento, sabiendo que ninguno de ellos podrá oírme ni hablarme, tal como el artista, sordomudo entre campos de maíz y analfabeto sin palabras, los realizó, silencioso, perseverante, para deleite de su alma y la nuestra.

Otra vez que entré en unas cuevas de picón y zahorra no pude dejar de pensar en James Turrell, perforando la tierra en busca de la luz, místico admirador del óculo del Panteón, poeta de la evanescencia aún trabajando la piedra.

O frente a un tronco quemado, recordar a Lucio Muñoz y sus apaleadas últimas obras, abrasadas por el fuego o erosionadas por la intemperie.





 

Encontré puertas de automóviles tan simétricamente colocadas como las de Armand, agujeros de Kounellis bordeando fincas, una luna embriagada de azul Klein, los verdes de De Kooning…¡ah, qué verdes! Sorprendentes neones de Flavin en una casa abandonada, piedra y tejas iluminadas en el silencio, varias esculturas de Kapoor, inacabadas y casi tan mágicas como el cercano tagoror. Y un Pollock cuarteado, vivo, sufriente.



Y todo al paso del camino, arte anónimo, humilde, silencioso, cambiante. Incrustados en él, la fuerza del tiempo y lo sobrio de la sabiduría.








Fotos y texto, Virgi 

lunes, 9 de diciembre de 2013

Leer, leer, leer (XXI)





Seca, llana, pedregosa, polvorienta, tenaz, dolorosa, sin nombres, con sol, sin norte, luminosa en su tristeza infantil, lentamente vertiginosa, sanguinolenta, cruda, ocre, brillante como una noche cuajada de estrellas, sedienta y hambrienta, incómoda pero cautivadora, amarga, cruel, voluntariosa, elemental, silenciosa, mínima, animal, cruda, roja y azul, sufrida, espartana, básicamente real, sin fechas, sin lugares, desolada
Como un duelo al sol mesetario o en una taberna en medio del far-west. Como una venganza no deseada y sí soñada. Como un fogonazo limpio, blanco, atravesando la carne, los recuerdos y toda la corta existencia. 





 















 Fotos y texto, Virgi


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Posesiones





Tenía todo para ella: la arena, las nubes, 
la marea complaciente, 
el sol acariciando su espalda.




 

                                   Cerca, el perrillo dormitaba.





Y en lo alto, el cetáceo, dándole la sombra de sus huesos.




Fotos y texto, Virgi

sábado, 30 de noviembre de 2013

Leer, leer, leer (XX)



Empeñada en desentrañar una trama original y fantasiosa, donde la irrealidad se hace más palpable de lo que desearíamos y menos lejana de lo que creemos, me olvidé del mundo durante dos ratos que se me hicieron cortísimos. Quizá esa ansiedad no habrá sido lo más conveniente para leer entre líneas las numerosas y contundentes frases, que como quien no quiere la cosa, va enhebrando el autor en la historia.
Un joven, especialista en recoger datos meteorológicos, arriba a una pequeña isla perdida en el hemisferio sur. Viene de ser revolucionario en Irlanda y necesita un tiempo de paz y reflexión. No tendrá nada de eso, ya la primera noche aparecen unos seres extraños y peligrosos que le darán la vuelta a sus planes y de los que sólo con la complicidad de un hosco farero podrá defenderse.
 



La novela atrapa desde el principio, rápida, rápida, y el joven en su enfrentamiento con los “otros”, ha de entenderlos y hasta quizá, aceptarlos.
Alberto Sánchez Piñol (Barcelona, 1965, Premio Ojo Crítico 2003) nos hace galopar de una punta a otra de la isla, sin dejar de lado pensamientos, sexo, supervivencia, misterio, suspense, mientras el faro, vigía, castillo y útero protector, alumbra únicamente los contornos del islote.






El escenario es tenebroso, sin horizonte posible, una especie de locura interminable donde todo nos parece improbable y a la vez posible. Un encuentro de ambas posibilidades donde un tercer personaje, distinto, sensual, frío y más cercano de lo previsto,  nos conduce al plano de los sentimientos y a la incoherencia de nuestras emociones y deseos en situaciones límite. El afán que normalmente nos lleva a ponernos del lado del protagonista, cobra aquí una fuerza mayor, sin que podamos despejar las incertidumbres que sufre una y otra vez, atrapado en una madeja donde los hilos nos muestran principios y finales distintos a los esperados.
Relacionada, para mí, con Shutter Island, Robinsón Crusoe o El corazón del bosque, La piel fría me ha producido esa deseable sensación de querer y no querer acabarla. Ese estado casi febril que aparece tener cuando tomamos un libro y al deslizar la vista por sus primeros párrafos, ya sentimos sólo lo que le sucede al protagonista, anhelando únicamente sus deseos, soñando con él sus sueños.














Fotos y texto, Virgi

domingo, 24 de noviembre de 2013

Fuerteventura ( y III )






































Fotos Virgi

(la penúltima foto es del islote de Lobos, al norte de Fuerteventura)