domingo, 30 de abril de 2023

Paréntesis




Llegó la luz y trajo el ámbar, el oro, las esmeraldas. 

El polvo se hizo incienso y los ácaros, mariposas. 

El azul fue un cielo amaneciendo, entretanto los efluvios del alcohol brotaban de los golletes. 

Llegó la luz y hubo un incendio de vida, se extravió el olvido, la soledad y el abandono.


La luz portentosa.



Texto y foto, Virginia

miércoles, 26 de abril de 2023

Balcón

Ni siquiera las arañas se asoman. Lo ven todo a través de los cristales, incluso a los antiguos dueños, propietarios ahora de un ático en la plaza cercana.

Ya nadie lo abre, y en poco, desaparecerá junto con todos los bichos que habitan entre piedras y maderas viejas. En su lugar, un edificio lucirá un pretencioso diseño, donde las arañas, seguramente, no tardarán en volver a aposentarse.






Texto y foto, Virginia

lunes, 24 de abril de 2023

Maravillas de Portugal


A las puertas de Idanha-a-Velha, una aldea pequeña, pero grande en historia.  Por aquí anduvieron romanos, visigodos, musulmanes y templarios, dejando diversos restos arqueológicos, como las murallas y un puente, una torre, varias iglesias, una picota manuelina, una almazara,  un paso (con poldras) sobre el río de época medieval y un interesantísimo archivo epigráfico, entre otros.



Texto y foto, Virginia

viernes, 21 de abril de 2023

Regreso


Una imagen pretérita al sol de la tarde. Dos palos, una liña, la brisa venida de entre olivos, encinas y alcornoques.

Los falsos de mi madre, una camisilla, una toalla.

Me vi de pequeña en una aldea portuguesa cargada de historia. 

Las huellas de romanos, visigodos y templarios flotando junto a mi infancia, en la iglesia, una torre desvencijada y una almazara árabe.




Texto y foto, Virginia

miércoles, 19 de abril de 2023

Monsanto, Portugal


Un bloque de granito como un asteroide aparcado en el tejado. Redondos roques lunares de esquina en esquina. Moles grisáceas marcando caminos, recovecos, escondrijos. Grutas, cuevas y senderos bajo el poderío esférico. 



Las bolas inmensas que adornan el pueblo de Monsanto proceden de lo alto de la montaña, desde la que, en una lejana vez, rodaron hasta aposentarse aquí y allá, en equilibrios imposibles pero reales. Arriba, donde ya no hay esferas contundentes, se mantienen los restos de un castillo templario, dominando el panorama de casas, teniques, huertas y colinas en el horizonte.




A sus pies, el pueblo se enrolla y desenrolla en meandros de pedruscos acompañando casas, o de casas amigadas con pedruscos, lo mismo da, un pacto a todas luces pacífico, sabiendo que el lugar viene de muy antiguo.



Fue sitio sagrado mucho antes de ser habitado, luego posesión de  romanos, visigodos y árabes. A éstos les arrebató la plaza el monarca Alfonso Enriques, cediéndosela a la Orden Templaria en 1165, de ahí el fuerte en la cúspide. Casi tres siglos después, Don Manuel I le daría el título de Villa. En 1938 se la nombra como la "Aldea más portuguesa de Portugal". 
El granito está a los lados, encima de nuestras cabezas y bajo cada paso que damos. Pero también hay gatos, flores, cruces, balconcitos  coquetos, algunos escudos nobiliarios, enredaderas luminosas, miradores, bancos donde reposar y contemplar el prodigio de enlazar piedras con humanos. 



El milagroso equilibrio debió propiciar su nombre, Monsanto, y ahí se mantiene, sin que rueden las rocas majestuosas ni las gentes se atemoricen de vivir a su sombra.


Texto y fotos, Virginia

domingo, 9 de abril de 2023

Consuelo



Como toda botella bien cerrada que se encuentre en la orilla, contenía un mensaje: “No me busquen, soy el náufrago más feliz de todos los que han existido”.

 

Solo nos quedó lanzarla nuevamente a las olas.



Texto y foto, Virginia

 

 

viernes, 7 de abril de 2023

Fin




Antes de que caiga el cielo sobre nuestras cabezas, caerán los riscos y las rocas, los bloques de basalto, los pedruscos y las piedrecitas, la tierra con sus raíces. 

Entretanto, aprovechemos la vida que se nos regala.



Texto y foto, Virginia

lunes, 3 de abril de 2023

Primavera




La primavera se desnuda y, sin pudor, nos muestra la púrpura de la barrilla. El rojo sangriento zigzaguea entre las piedras volcánicas y forma un tapiz rojizo como una alfombra prodigiosa. 



Cubre los secarrales del sur con un poderío ajeno a su modestia, un resplandor sangriento cerca de las olas y los acantilados marinos. La barrilla viste la costa y nosotros la reverenciamos, no en vano brota para maravillarnos.




Texto y fotos, Virginia