viernes, 24 de febrero de 2017

Quiebros I

Anibal Arce, carterista


Anibal Arce iba feliz rumbo a su casa, en la periferia de la ciudad. Prefería darse un paseo tranquilamente, así le daba más naturalidad a su trabajo. Bajo el faldón de la chaqueta llevaba las ganancias de ese día: ciento treinta euros sacados de la cartera de una anciana despistada; un dije con pinta de valioso que le arrebató a un caballero algo cursi,  en la desolada esquina de la calle del Rosal con la de San Martín; el pomo de plata de un señorial bastón con incrustaciones de oro, encontrado en un banco de la placita de Los Sauces. Soñaba con su cercana vejez, y se veía, elegante y dandy, apoyado en un bastón de aristócrata.
Pleno de satisfacción iba, cuando un perrillo vino a tropezar con él, uno de  esos animalitos atolondrados e inquietos, justo en la esquina donde siempre había apostado algún policía que, invariablemente, lo saludaba con educación, no exenta de cierto recelo, vamos, algo normal en su ocupación. Fue así, en un parpadeo, como este respetuoso ladrón entrado en años, y con unas manos harto hábiles, dio con su cuerpo en tierra, rodando con él sus recién adquiridas pertenencias. Volaron los billetes sobre el lomo del can, el dije quedó casi incrustado en las botas del policía y el pomo, el finísimo pomo donde soñaba apoyar su vejez, quedóse encajado orgullosamente en las rejas de la alcantarilla.

Ahí terminó el paseo sereno de Aníbal Arce, a un palmo de las fauces de un cachorrillo inocente.




Texto y foto, Virgi

lunes, 13 de febrero de 2017

Desaliento


Detenido en el umbral, se apoya en una de las jambas, está cansado y olvidó las llaves en un lugar que no recuerda. Piensa cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que alguien le abrió la puerta; ahora solo él está fuera, un sitio que ni reconoce. Dentro, la luna ilumina los espejos mohosos, las motas de polvo danzando sobre el piso, las cerraduras oxidadas. 
Tendrá que volver otro día, cuando le confirmen si en verdad esa es su casa.


 



Texto y foto, Virgi

miércoles, 8 de febrero de 2017

Duda

Le confunden las sombras. 
Unas veces le parecen seguras, otras no tanto. 
Así que las deja pasar, mientras ellas siguen, sutiles, esperando por algún incauto.



Texto y foto, Virgi

domingo, 5 de febrero de 2017

Centelleo






Un fogonazo, una estela en el azul purísimo. La casa se abre y la luz quiebra el silencio, las piedras centenarias, la tea de los suelos, el cañizo amarillento en los techos, los goznes oxidados, el chaplón granítico, las tejas polvorientas, los rugosos almendreros, la era con sus radios perfectos, las vigas, el horno, los dornajos, el lagar, la pequeña fuente bajo la fronda…

Solo queda un rumor leve que viene de lejos, de algún sitio ya perdido que nunca encontraremos.






























Texto y fotos (excepto la de la fuente), Virgi 

Para Gladys Rodríguez, por hacerme llegar el frescor del manantial, gracias.

jueves, 2 de febrero de 2017

Voces XX


¡Menudo un chafalmeja el tortolín este, pues no quería vestirse a la chamberga pa’ dir al curandero! Pues no, mi niño, le dije, usted se me espabila y en un intre lo quiero bien atildado, que esto no es juguete, no se me va de aquí con la ropa champurriada, sino con el terno nuevo, el de las fiestas del Corpus.
Si hasta pretendía cargar con el timplillo, el muy atorrante, se creía que íbamos de belingo con el zangalote del sobrino. Con el tobillo como lo tiene, amochado que está, y aún no coge fundamento.

No sé, no sé que le dirán, pero jaquecoso sí que se pondrá, flaco como un cangallo, carraquiento pa’ caminar y algo atoletado que lo veo (desde que se enfonducó en el chavoco y estuvo un tiempo que no atinaba), a ver que beberaje le dan o que geito le hacen…porque a mi edad, yo también estoy medio abatatada y se me va el baifo sin darme ni cuenta.




Texto y foto, Virgi