domingo, 27 de noviembre de 2016

Tránsito





Sube sin vértigo, como cualquier salamanquesa de mi infancia. Va dejando un rastro leve de cascarillas de piel y un aroma indefinible, mientras el tiempo camina y el azul se desgasta.



Fotos y texto, Virgi

sábado, 19 de noviembre de 2016

Voces XVIII







¡Muchacho, bien aparente que te quedó ese macetón en el caldero de tu abuela! Pero, anda, deja de golifiar, no te me escarriles  y alóngate  pa’ cá que tengo un armadero bueno: un poquito de almogrote, panito tostado y unos vasitos de aguapata, que te chupas los dedos con el conduto.

De camino trae a la alpispa de tu hermana, que se fue a coger higos al bardo del barranco, luego se enrala por esos andurriales y viene hecha un arritranco encachazado. Le di un balde, a ver qué demontres trae, esta es capaz de irse de belingo sin avisar con ese gentuallo grifiento. Cosa que no me extrañaría, porque le vi limpiar las lonas anoche, sabiendo que le molestan en el calcañar. 




Y ahora mira, tú que eres un camorrudo, y ella siempre en los celajes… a ver quién se come esta carne fiesta que hice… y no me vengas con que soy una vieja chocha, que los tengo ya bien calados a los dos, aymería, qué cruz con estos chicos!




 (para Mary, admiradora y amante de estas gentes y estas voces)



Texto y fotos, Virgi

jueves, 17 de noviembre de 2016

Compromiso






Sube las escaleras con la parsimonia heredada de su padre. A medio camino se para. La otra mitad ha de subirlas como su madre, así no estará en deuda con ninguno.
Una forma como cualquier otra de rendir homenaje a sus muertos.


Fotos y texto, Virgi


sábado, 12 de noviembre de 2016

Mutación



Coge al animal con sus manitas angelicales y acaricia el rugoso caparazón lleno de estrías.

La tortuga, recelosa, lo mira; imposible sea tan diferente a uno de aquellos huevos que una noche de luna llena puso en la playa.










Texto y foto, Virgi




miércoles, 9 de noviembre de 2016

Prestancia






Conducía de maravilla: las curvas las cogía perfectas, aceleraba en el sitio justo, frenaba con delicadeza, los cambios los hacía en el momento adecuado. Su coche era un brillo sobre cuatro ruedas, ni abolladuras, ni roces, los neumáticos con el dibujo completo, el motor sin una mancha, los cristales impolutos.
En definitiva, era un auténtico Fangio al volante de un Seiscientos.



Fotos y texto, Virgi