viernes, 28 de enero de 2022

Alacenas



Allí donde una vez hubo una bandeja desgastada con guirnaldas y pajarillos -recuerdo de la bisabuela- y un retrato sepia del antepasado que se fue a Cuba para volver con una mano alante y otra atrás, ya no quedan sino algunas baldas picadas y el fondo de una pared de tierra y cal.






En las rústicas repisas descansaron largo tiempo amadas alhajas familiares. Un jarroncito con flores secas, un rosario de cuentas cristalinas, las tacitas de café (regalo de boda, ah! el camino hasta la ermita cercana, los nervios de los contrayentes, la única mesa de la casa con dulces y botellas de anís, un garrafón de vinote obsequiado por el padrino), una oxidada caja de caramelos con la diadema de novia que también llevó la madre, la foto del hijo mayor en el cuartel, un sobre ajado con el libro de familia y varios documentos notariales.




Se desperdigaron los recuerdos, los devoró el tiempo con su larga parsimonia. Las alacenas que guardaban pequeños tesoros, abiertas ahora al cielo, son huecos baldíos donde leer la ausencia y el abandono.



Texto y fotos, Virginia

lunes, 24 de enero de 2022

Inocencia

 

¡Oh, qué prodigio! Allí, a sus pies encontró la luna.




Texto y foto, Virginia

viernes, 21 de enero de 2022

VOCES LV

 


Caía un fisco de posma, unas gotas como atontolinadas, malamañadas. Los firringallos que jugaban en los monturrios poco caso hacían, hasta que no oyeran una buena barranquera no iban a dejar los boliches, el trompo, ni la pelota atrabancada que escondían entre las vinagreras

Gritó una voz encochinada: ¡Toñín, ven pa’ casa de una vez, que me tienes harto, eres un jocicudo que hace lo que le parece, anda presto que tienes a los baifos desatendidos!


Oír “baifos” y salir enfoguetado fue todo uno ¡con el cariño que les tenía y jugando se distrajo del atendimiento! Allá fue, como un saltaperico, saltando de tosca en tosca y agarrando flejes de tederas pa' engolosinar a cabras y baifitos.

Se llegó hasta la gambuesa y los animales se le arracimaron bien contentos, son agradecidos estos condenados, pensó, mientras la sorimba continuaba cayendo y  se aguarecía en el goro ¡ay! aquí me quedaba yo calentito, por no oír el guineo de mi padre.



Texto y fotos, Virginia

lunes, 17 de enero de 2022

Idilio

 

Los dos retoños son la prueba del enamoramiento 

entre la esquiva sombra y el poste solitario.



Texto y foto, Virginia

viernes, 14 de enero de 2022

Jerash, poderosos romanos

 

De las diez ciudades que se asociaron sobre el año 60 a. C. para fortalecer la influencia de la civilización grecorromana en la zona del Mediterráneo oriental, Jerash (o Gerasa) es la que conserva un mayor número de edificaciones, en un vasto terreno al que habremos de dedicarles un largo tiempo si queremos conocer todo lo que contiene.

Entrando por el grandioso Arco de Adriano, levantado en su honor y actualmente a la mitad de la altura original, vamos encontrando numerosos restos de variadas construcciones, como el hipódromo, todavía utilizado en algunas festividades. Más adelante, la Puerta Sur, entrada al Cardo Máximo, vía principal en las ciudades romanas, que conduce a la luminosa Plaza Oval, rodeada de columnas y de origen griego. Un espacio sorprendente donde no nos cuesta imaginar celebraciones multitudinarias,  tal vez dándole la bienvenida a algún mandatario relevante, como al propio Adriano, personaje  eternizado literariamente en el extraordinario libro de Marguerite Yourcenar.

Seguiremos por la misma vía, pavimentada como sólo los romanos supieron, con columnas a ambos lados y otras construcciones, como el Ninfeo, o las escaleras al soberbio Templo de Artemisa. El Cardo continúa, se cruza con el Decumanus (la otra vía importante) y avanza hasta la Puerta Norte o de Damasco. Algo antes nos desviamos para entrar en un coqueto  teatro, muy conservado.


Andando unos pasos - y aunque seguramente se nos han quedado otras cosas- la vista se nos va al Templo de Artemisa, de columnas enormes  y capiteles corintios, hechas a prueba de terremotos, con una técnica que después de dos mil años vuelve a admirarnos. Pasamos luego por los restos de una iglesia bizantina, trozos de columnas y arquitrabes, basamentos desperdigados, cornisas con adornos.



Retirados, se ven tramos de la muralla que rodeaba la ciudad y otro teatro donde un árabe toca la gaita como si estuviéramos en Escocia (reminiscencias del colonialismo) aprovechando la acústica perfecta del recinto. Acabando el recorrido, el Templo de Zeus nos deja de nuevo en la Plaza Oval, allí donde confluyeron tropas y senadores, matronas, tenderos, sacerdotes y  algún emperador llegado de la lejana Roma. Ahora solo hay turistas bajo el sol ardiente  de Jerash, pero no me importa ser una más entre los cientos de visitantes, nadie sabe que me veo de romana con estola, cinturón y sandalias, viniendo de comprar en una taberna o saliendo de los baños.

Estoy en la Jerash de hace dos mil años y me lo puedo permitir.


Texto y fotos, Virginia

lunes, 10 de enero de 2022

Elección

 Me quedo con el azul, trazo de cielo en la oscuridad.


Texto y foto, Virginia