sábado, 30 de marzo de 2013

Antropofagia




Va un chico entre la lluvia, se sienta en un banco y abre un libro.

Desde el balcón, veo como pasa las páginas, ignorante del agua que cae sobre él.

Lo contemplo absorta, y en un segundo, le falta un brazo.

Al momento siguiente, las piernas.

Cuando aún no me lo creo, sólo tiene la cabeza.


Hipnotizada, veo como el libro se ha tragado al chico, mientras el agua deshace las páginas, y las letras, como flores, llueven sobre la plaza.




Fotos Virgi

Y mi aportación a ENTC, aquí.

domingo, 24 de marzo de 2013

Piedra

Para Tecla






Volví al claro del bosque. 
Allí lo había encontrado.

Los árboles contornaban un círculo de piedras y en la parte alta, casi en el centro, un monolito marcado con antiguas inscripciones. Era alto, más que una persona, con tenues líquenes amarillos cerca  de la tierra.

Por él regresé. Por oír su voz ronca, de granito y magia, de sabiduría milenaria. Volví para escuchar las historias de los árboles que había visto crecer y morir, arder y volver a nacer, extinguirse para retornar una y otra vez. Creí que estaba cansado de ser piedra, que tal vez le hubiera gustado ser ardilla, erizo, gorrión o ciervo.

Pero no, su orgullo era ser el testigo de la vida alrededor, de la mano generosa de la naturaleza y de la cruel del hombre. Testigo eterno de las estaciones y los ritos, del fuego y la lluvia. Respetado por los árboles, por la lluvia y por el viento, era el cofre que guardaba los secretos que sólo ellos conocían, una relación que no me era dado alcanzar. 


Lo acaricié largamente. 
Alrededor, el bosque, vestido de verano, agitaba sus ramas, como un cántico a la roca que contenía el misterio de la vida.


























 


Fotos Virgi

Cromlech LesAlmendres, Évora (julio 94)
Pinar en Tenerife

jueves, 21 de marzo de 2013

Mi barrio



 



Mi barrio ha cambiado mucho. Tenía cuatro bares,  y ahora sólo uno. De tener dos fruterías y una mercería, se ha quedado sólo con la sede de una caja de ahorros, que dicen cerrará pronto. Cerca había una parada de autobuses, ahora hay que caminar un trecho. 
Si necesitábamos un medicamento, la farmacia estaba a dos manzanas. La pequeña plaza del barrio estallaba de júbilo cada tarde, entre niños, padres y perros, flores en primavera, hojas en otoño.


Ahora una familia malvive en una tienda de campaña, un vecino saltó por el balcón, la familia con mellizos se fue con los abuelos, en los bancos duermen varios vagabundos, a la pareja de ancianos más antigua del barrio los encontraron muertos en la cama y a nosotros nos desahuciarán en unos días.


Foto Virgi



Primavera de relatos indignados, 
una iniciativa de 

lunes, 18 de marzo de 2013

Remate final



Sobre la mesa, un reloj. De su padre, regalo de fin de curso. ¡Ah, su padre, tanto que le aconsejó que dejara el juego!
Al lado, la cartera y un álbum de fotos.
Enfrente, en la estantería vacía, la muñeca de la caja de música.
En la gaveta, sólo unos pendientes de bisutería fina, obsequio de la abuela. “Para tu novia”, le dijo aquella tarde lejana.
Debajo, a sus pies, el maletín de cuero del tío, el médico de pueblo que visitaba a los pacientes a caballo, según le decía su madre. Dentro, el adoquín que había traído de uno de sus viajes a Portugal. “Hermosas carreteras”, pensó con nostalgia.

Se le acababa el tiempo, tocarían a la puerta y tendría que salir con lo poco que le quedaba. Le cupo todo en el maletín y lo lanzó a la calle. Desde el sexto piso, incrédulo, vió como impactaba sobre un hombre bien trajeado que cayó fulminado.


Las deudas del juego lo habían arruinado, y él, con sus recuerdos,  terminaba con la carrera del juez que venía a buscarlo.

 



Fotos Virgi

martes, 12 de marzo de 2013

Pupila y palabra XXXI





Al otro lado


Veo como cruzas el puente.

Llevas su sombrilla, “para que el sol no sienta celos de la luz que irradias”, te dijo, mientras abrías el paquete, envuelto en un delicado papel de plata.

Ya no vas en su busca, terminaron las citas cerca de la cascada, en la penumbra del bosque. Ahora recorres cada tarde el espacio que antaño te separaba de él, sabiendo que irás en vano, el precipicio de la vida se ha agrandado tanto, que por muchos puentes que recorras, la orilla de enfrente ya no será la misma.


Tu traje de cielo y mar ondea, leve, con la brisa, como las finísimas agujas de los sugis y los hinokis en los montes de Japón. El puente se balancea, sutilmente, y el bolso que guarda la última carta se mueve con él, una melodía de aire que sólo los pájaros podrían repetir.

Ahora te sentarás en la roca, inmersa en lo profundo del verde, rodeada de musgos y hojas que crujen, y volverás a leer una y otra vez las razones de su ausencia, la losa que cubrió su vida y la tuya, la decisión definitiva antes de que lo encontraran tendido bajo las ramas, frío y sonriente con un papel entre las manos.







Texto inspirado en una foto publicada por Elvira Coderch en fb, así como en el bosque Aokigahara, llamado el bosque de los suicidios.


(ni ella ni yo logramos encontrar el nombre del fotógrafo, sólo el lugar: Kintai Bridge, Yamaguchi Prefecture, Japan)


sábado, 9 de marzo de 2013

Leer, leer, leer (XVII)


El gemido de la puerta dio paso al polvillo que resplandecía en la luz de la tarde. Buscaba algo de su pasado. 
Como un ladrón que conoce el lugar, se movió con segura cautela. Allí estaba, mudo y sin brillo, un televisor lleno de polvo. Un regalo de sus primos, hartos de verlo leer bajo el castaño, al borde del pozo, en el sofá de la abuela. Se lo habían colocado en la habitación en uno de sus cumpleaños, creyendo que dejaría los libros. Nunca lo hizo.

Ahora busca, entre los recuerdos, aquel diploma que le dieron por ser el mejor lector de la escuela.





 
Aprovecho esta entrada para agradecer a Libros y Literatura el envío de un hermoso lote por mi participación en el concurso de hace un par de meses sobre reseñas de libros. Aunque saqué poca puntuación, varios de ustedes me dieron su voto (¡gracias también!) y luego fui beneficiada en el sorteo. Después de diversas vicisitudes, me llegaron los ejemplares, queriendo dejar aquí constancia de este hecho, pues muchas veces entre lo que se promete y lo que se hace hay gran distancia. No ha sido así en este caso, los organizadores han batallado para que cada premiado tuviera lo prometido. Y la foto lo prueba.





viernes, 1 de marzo de 2013

Sin efecto


Cantó el gallo y nada ocurrió.
 





La casa, deshabitada.
 



Los códigos, del revés.





Y la esperanza, tras las rejas.
 


Fotos Virgi