lunes, 29 de junio de 2020

VOCES XLV



No supieron si se le había virado el buche o tenía mal de ojo, lo cierto y seguro es que iba amochado, algo enteco y con el jocico tan empurrado, que era penoso de ver. Las golifionas de siempre se las echaban de saber con seguranza acerca de su dolencia: o se había estrompado subiendo al balcón de la pretendienta o le habían dado un buen jaquimazo por currillo. 



Empenado iba, y de lo enralado que era pa’ todo, no le quedaba ni un fisco. Se encochinaba pronto, no comía sino un enyesque apenas, y en el catre, daba más vueltas que un trompo.






Texto y fotos, Virginia

sábado, 27 de junio de 2020

Empacho



El confinamiento llegó a tal nivel,


que se asomaba al ventanuco y no veía nada.







Texto y foto, Virginia



miércoles, 17 de junio de 2020

Evasión






No escapa de nada ni de nadie, 


solo de sí mismo. 









Texto y foto, Virginia

lunes, 15 de junio de 2020

Legado




La perfección se puede encontrar en el sitio menos pensado. 


Alejado de todo, después de caminar un rato y sortear luego una vereda al borde del barranco, un humilde círculo espera para incitarnos a reflexionar.


Con un equilibrio fascinante, las piedras hincadas hace un largo par de siglos –o quizás más-  se mantienen erguidas, pegadas una a otras como recién puestas. Un sitio sin perturbar, a pesar de la lluvia, el viento, las escorrentías o la segura turbulencia del barranco que en duros inviernos ha debido lamer su base. 

















Una circunferencia plana, hecha con sapiencia elemental, ajustando piedrecillas sin que sobresalgan demasiado unas de las otras. Un murete de protección, y debajo,  el asiento corrido desde donde observar el cereal, la paja llevada por la brisa, las bestias girando lentas, la chiquillería con sus juegos.
La perfección en lo cotidiano, lo imprescindible. El saber acerca del tiempo y de las cosechas. Un conocimiento heredado a través de generaciones, de los lugares adecuados, de las corrientes de aire, de aquí, sí, pero allá, no. 


Las eras que me embelesan tienen todo eso. También un rumor distante que se escucha entre los trinos de chirreras, capirotes y gorrioncillos. El susurro de la vida y la sabiduría que transitaron por ella, haciendo que permaneciera, tímida, alejada y silenciosa, bajo el sol y las estrellas.








Texto y fotos, Virginia

sábado, 13 de junio de 2020

Psichozoo I






La claustrofobia del caracol es incurable.




Está deprimido el rey de la selva. Le ha costado

reconocer que la leona posee mucha más fiereza que él.



Doctor, me siento sucio, dice compungido el cerdito mientras se echa en el diván. 



Texto y foto, Virginia

jueves, 11 de junio de 2020

Encuentro






Se engarzan las piedras con jirones de nubes.


No muy lejos, 


lagartijas, tizones y perenquenes, 


testigos silenciosos, 


observan el abrazo del aire con la tierra.







Texto y foto, Virginia

lunes, 8 de junio de 2020

Solecitos dulces





Casi era verano y las ciruelas lucían lustrosas y redondas. Amarillas como soles pequeños, bombillas con hojas, o globos que colgaran de una fiesta arbórea, su dulzor se adivinaba de lejos. Tenía el árbol un tronco grueso, de corteza áspera que caminaba torcida de la raíz a las ramas. Entre los minúsculos tajos que la recorrían circulaban hormigas y escarabajos, que parecían enfadarse cuando ascendíamos por ella hasta las ramas cuajadas de frutos.

Escalar el tronco rudo y aposentarme en la copa, escogiendo un fruto aquí y otro más alejado, algunos picoteados ya por pajarillos avispados, fue una de los placeres en mi edad novísima, igual que subir al peral sanjuanero, al moral o al nisperero.



El ciruelo, que había sido plantado por mi abuelo mucho antes de yo nacer, nunca creció demasiado, pero debía tener un corazón generoso, pues el tamaño era ideal para coger lo que cada año nos regalaba. Con el paso del tiempo, poco a poco se fue secando, hasta morir, sin hojas ni flores, pero de pie, una muerte muy digna después de habernos ofrecido un delicioso líquido, el que chorreaba por los labios de mi infancia y al que vuelvo cada vez que me tropiezo con esos solecitos dulces en cualquier esquina de mis días.


Texto y fotos, Virginia

sábado, 6 de junio de 2020

Huella








Aletea la libélula 

y su luz impregna 

la cal de los cantos.


Complacida de iluminar el abandono, 

escapa por los ojos del barro.





 Texto y fotos, Virginia

miércoles, 3 de junio de 2020

Argucia



A falta de agua

la gárgola escupe fisquitos de cielo.



Texto y foto, Virginia