Mi sur que con cuatro gotas se
refresca y se viste de colores.
Sean unas noriegas zanquiadas,
una posma vespertina o un chipichipi inesperado, cualquier agüilla la absorbe
con humildad y contentura.
Y si coge centro, como dicen por
allí, en nada salen maravillas, corregüelas, relinchones. De los escobones
brotan albas flores que tintinean atrayendo a las abejas, entretanto los
tajinastes redondean su cuerpo con flores lilas y rosadas. Las gamonas sacan
las delicadezas sin pudor y las pencas se festonean de brillantes anaranjados.
Altabacas,
magarzas, matorriscos, hinojos, corazoncillos, abren los pétalos al sol y se
encaraman por las chapas, buscando la cumbre, entre eras, atarjeas y barrancos.
Mi sur agradecido, abierto y
luminoso.
Como sus gentes.
Texto y fotos, Virginia