lunes, 23 de septiembre de 2013

La sal







  _ Cuando se llegaba a estos antiguos refugios, con certeza habría sal en algún rincón. Una tradición que se mantiene y que vamos a comprobar. 

Una pequeña frase que me dejó una huella profunda.
Allí estaba. La sal ancestral, la sal del mar, la sal como un talismán que recorre el tiempo y las generaciones. Aquella sal del salario romano, la sal de las minas, la sal de los intercambios, los rituales y las monedas.  La sal.



Después de caminar sobre un río de lava, un barranco con chavocos arenosos y un espacio de lapilli rojo, ocre y blanco, llegamos a los corrales de los antiguos cabreros, reminiscencia de aquellos pastores guanches que recorrían la isla de mar a cumbre.






 









Y sí, allí estaba la sal. 
Con la emoción de ser testigo de un rito cotidiano y a la vez ancestral, la tocamos, la olimos y la volvimos a dejar en la piedra, a la espera de un fuego y una brisa. 




                         Para Carlos, Juandi, Érika.
                                      Gracias.


                         Y Adal, tan lejos y tan cerca.




Fotos y texto, Virgi
 


 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Plan azul (o casi)

Primero se deslizaría hasta el tejado


 


más tarde, podría colgarse de la cruz

 

o balancearse entre las ramas



Como colofón, 
allí estaban las grietas, 
el escondite perfecto.


Fotos y texto, Virgi 


Grietas no, dolorosas cicatrices aquí.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Variaciones

En la barra


Se acerca a la barra, coge un par de servilletas de papel y se frota los labios con vehemencia, acaba de pelearse con el novio y no quiere ni rastro de sus besos.   
Para su asombro el papel tiene trozos de lengua y de dientes. Es lo que tiene la pasión, nos despedaza sin darnos cuenta.







Se acerca a la barra y ve a un vaquero. Imposible, no está en una del Oeste.

Para no desentonar, pide un whisky y por el otro lado aparece un indio.

No ha acabado aún la bebida y entra el sherif.
En medio de tanto barullo, se despierta, justo están apagando las luces de la sala y los créditos son como graffittis recién borrados.





Se acerca a la barra y pide un vaso de sifón.

En las ínfimas burbujitas, cree ver todo un mundo.

En una un bosque, en otra un barco velero, en la más grande, un trozo del Amazonas y en aquella que acaba de brotar, un friso del altar de Pérgamo.

Cuando las burbujas se acaban, vuelve a la oficina, ya no le hará falta irse de vacaciones.






Se acerca a la barra donde una anciana lee el periódico. Ella lo mira y lo identifica, a pesar de la gorra, el bigote postizo y la bufanda. La mujer se aleja y él, impávido, recoge el periódico y sigue leyendo sobre el atraco. 
Más allá, la anciana logra quitarse la peluca, el pañuelo anudado al cuello y las gafas oscuras. Se han reconocido, pero ninguno sabe cuál de ellos mató al cajero y se llevó el botín.


Se acerca a la barra y la mujer sonríe a través del espejo. Hermosa y sensual, le guiña un ojo cargado de rimmel. Decidido a afrontar la aventura del día, pide un vaso de agua, ya ha bebido bastante alcohol desde que se despertó. Luego pide otro y otro.
Cuando se acerca, el espejo se quiebra, tendrá entonces que enfrentarse a la mujer de verdad, pero no sabe si el agua lo habrá dejado suficientemente limpio como para empezar de cero.




Fotos y textos, Virgi




 

lunes, 9 de septiembre de 2013

El Hierro


























 









Para Marieta



Fotos, Virgi

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Mudez




 




No se atrevió
a llamar 
a la puerta. 


Era evidente que nadie saldría. 
Dió la vuelta por la huerta y se acercó al viejo baño, tiempo ha que no caía ni una gota. 


                                                
                                  
                                                En el patio 

colgaban 
unas sábanas, 
quizá la ausencia 
no sería tan larga. 





 
Subió a la azotea

 
el horizonte se divisaba borroso, 
como lo que sentía.

Sólo cuando se apoyó en la pared, puedo oír el rumor que las piedras le contaban, y con él,
las razones del silencio.


Fotos y texto, Virgi