martes, 24 de mayo de 2022

 Niño.

Agua.

Dicha.





Foto, Virginia
Place De Brouckère, Bruselas

domingo, 22 de mayo de 2022

Beguinarios


En plena Edad Media, hace siete, ocho, nueve siglos, surgió un movimiento femenino admirable: el de las beguinas, mujeres extraordinarias en un mundo donde solo eran consideradas para ser madres, esposas, monjas o sirvientas. 

Con una espiritualidad profunda, pero enemigas de la línea que marcaba la Iglesia -dominante, opulenta, cerrada-, algunas mujeres (tanto viudas como solteras) se reunieron en comunidades llamadas "Beguinarios". Eran autónomas, ya que vivían de trabajos manuales y de cuidar a enfermos o ancianos. Muchas de ellas tenían algunos estudios y enseñaban a criaturas sin medios. Otras escribieron sobre temas místicos, como Hadewijch de Amberes, Beatriz de Nazareth o Matilde de Magdeburgo. Trágico fue el destino de Margarita Porete, pues murió quemada en 1310 por negarse a renunciar a sus ideas y escritos.






En numerosas ciudades de Flandes, Alemania y Francia establecieron las congregaciones, un logro que, vista la época de guerras, conflictos religiosos y nula independencia femenina, destaca sobremanera y no es suficientemente conocido.

Como suele ocurrir en estos casos, los poderes fácticos no las veían con buenos ojos, al no estar integradas en ninguna organización de la época, eran "versos libres" y en varias ocasiones fueron investigadas. Gracias al apoyo social que habían ganado por sus labores benéficas, pudieron sortear las críticas, aunque no siempre con suerte, tal fue el hecho ya nombrado (y algunos otros) de Margarita Porete.


Pasear por alguno de estos beguinarios, como los que he visitado en Brujas y Lovaina, es una experiencia necesaria y estimulante. Estas mujeres circulaban a su antojo y podían casarse o abandonar la comunidad si lo deseaban. En el Beguinario de Lovaina llegaron a vivir más de trescientas beguinas, toda una isla femenina entre los muros de la ciudad.


Actualmente estos complejos son Patrimonio de la Humanidad y en algunos casos se usan como alojamientos para profesorado universitario. 


Lugares tranquilos, de casas modestas, con espacios verdes y callejuelas estrechas, dejan una huella serena que viene caminando desde aquella Edad Media oscura y penosa, en la que unas mujeres adelantadas a su tiempo abrieron una brecha para que entrara la luz. 




Texto y fotos, Virginia
Imágenes de beguinas, Internet

domingo, 8 de mayo de 2022

Divertimento


Si la vecindad supiera que cada tarde juega con el compañero ideal. No discute, no bebe, nunca se equivoca dando las cartas. En la casa más tenebrosa del condado, la anciana Rose comparte mesa con un antiguo inquilino. 

Transparente, silencioso, de facciones delicadas, jugando al mus el fantasma es un fiera.




Texto y foto, Virginia

 

martes, 3 de mayo de 2022

Erque y Erquito, La Gomera


La existencia del topónimo Erque - con sus variantes Erques, Erquito, Herques- está asociada a profundos cortes en el territorio, tanto en Tenerife como en La Gomera. En la primera, el vasto cauce que separa Adeje de Guía de Isora, y también el que divide a Güimar de Fasnia, muy conocido desde antiguo por haber albergado la mítica Cueva de las Mil Momias, referencia ineludible en el estudio del mundo guanche.

En La Gomera, el barranco de Erque marca uno de los espacios más impactantes de la isla, por su profundidad y grandioso paisaje. Parte ya con altanera personalidad desde el centro de la isla, por una cara de la Fortaleza de Chipude, hasta desembocar en La Rajita. En las laderas, se posan los caseríos de Erque y Erquito como aguilillas seguras en su territorio, por más que nos cueste entender las razones de ese posado milagroso. Y es que es el agua, líquido primigenio, el motivo elemental para vivir y existir en estos lugares tan apartados. 

Los nacientes que vienen de los umbrosos montes gomeros, alimentaron una agricultura de terrazas que hoy se nos presenta admirable. Dio también el agua la posibilidad de que crecieran árboles generosos como el moral, que regalaron sus hojas para alimentar gusanos de seda. Sí, en Erque y Erquito - indudables topónimos aborígenes- se trabajó la seda, algo impensable si no es que nos lo cuentan las crónicas. En rincones de extrema lejanía, hubo telares y gente que elaboraba delicados paños que, quiero pensar, no usarían para moverse subiendo y bajando cuestas, regando con métodos elementales, pastoreando entre riscos mareantes. 




Las gentes que han vivido en Erque y Erquito en sus modestas casas de piedra poseían agua, cereales y árboles, frutales, cabras, pero estaban casi aislados entre los riscos imponentes, la hendidura  profunda y, por debajo, en el veril de la costa abrupta, el océano como un manto azul. Precisamente fue la benevolencia de los manantiales boscosos el motivo de un litigio entre el poder y los campesinos, en la primera mitad del siglo pasado. El primero, queriendo adueñarse para sus propiedades del regalo de la Naturaleza. Los segundos, en la consecución de sus derechos consuetudinarios, no en vano usaban el agua desde tiempos antiguos, tanto para regar las huertas como fuerza motriz para unos molinos rudimentarios existentes en ambos caseríos. Como suele pasar, el pleito se resolvió más a favor de los ricos que de los humildes, con lo que tuvieron menos agua de la que necesitaban para sus cosechas. Es por esa razón (aparte de las sequías en varias temporadas) que el valle se fue despoblando y el precioso palmeral, parejo al de Tazo, retrocedió notoriamente.


Hay que acercarse a Erque y Erquito por una carretera sinuosa de trazado alucinante para vislumbrar casitas, pajeros, paredes y el trabajo ímprobo del campo, en forma de escalinata hecha de piedras, tierra y vegetación. Allí siguen, posados como rapaces al filo del abismo, una estampa sobrecogedora imposible de olvidar.




Texto y fotos, Virginia


Por fin vieron la luz mis "99 variaciones en torno a la barra", un libro largamente pensado y escrito del que publiqué en este blog algunos textos hace ya años.

99 micros que suceden cerca de cualquier barra de cualquier bar en cualquier lugar, precedidos por un sentido prólogo de Patricia Nasello.

No puedo estar más contenta del rato, con palabras del editor (Angel Morales), lectura de un fantástico texto de Juan Yanes acerca del libro (leído inmejorablemente por mi amiga Fina G. Palmas) y con un final musical a cargo de Toño y Edmundo, rockeros de antiguo.

Gracias al Regia Comedy que nos cedió su espacio y a varias amigas que me han apoyado en esta travesía, como Ana García-Ramos, incansablemente tenaz. Miles de gracias. Siempre.