domingo, 15 de octubre de 2017

Teresme

          
Todo está bien con tal de llegar a las casas de Teresme, pues cuando alcanzas sus dependencias asoladas por el tiempo y el descuido, te olvidas de la lejanía,  del calor y las pendientes, las nubes repentinas amenazando lluvia y el camino a ratos pedregoso. 
Sólo tienes ojos para las tejas y las piedras, el horno medio caído, las hermosas eras, pacientes, eternas, equilibradas, las higueras y los almendreros, los corrales y los goros, el estanque rústico, las huertas abandonadas con sus muros aún en pie. Te recibe un patiecillo empedrado a cubierto de los vientos y das una vuelta por la cocina oliendo eternamente a humo, para pasar luego a los cuartos agrietados por donde escurre el agua de la lluvia mezclada con el barro de las paredes. 
Habitaciones con pisos de tierra o cemento batido, pequeños ventanucos desde donde divisar la nieve cercana, los pinos azotados por el viento o la costa remota y el horizonte inabarcable. 
Teresme es un lugar hermoso y sugerente, que nos obliga a pensar en la vida y el tiempo, en la supervivencia y lo superfluo, y en definitiva, en la existencia de los que nos precedieron. En lugares así no tienes otra opción que reconocer un profundo respeto a todos ellos, sintiendo que tus pasos pisan pasos anteriores y que son esas huellas las que nos han conformado.







 







Texto y fotos, Virgi 
Nov. 2016