lunes, 18 de julio de 2022

Empeño



Era este un hombre que, nadando, nadando, se alejó de la costa. 


Confiado en sus posibilidades, rodeado de azul y sol, no vio el pez espada enorme que, en un pispás, lo partió en varios trozos. Tan feliz iba el hombre, que los pedazos siguieron nadando, cada uno a su libre albedrío. 


Desde la orilla lo esperan, sin saber que la cabeza ya llegó a Brasil, un brazo a Terranova y un pie se acerca a Angola. 




Foto y texto, Virginia