Entre la bruma del sueño, accedió a un túnel,
bajo la biblioteca de una ciudad desconocida. Cientos de libros fosilizados
formaban con sus lomos una bóveda esplendorosa; pudo ver algunos caracteres
latinos, otros árabes, algunos hebraicos, cirílicos, chinos. Del lugar fluía un
perfume nuevo, un aroma que lo transportó lejos; cautivado, se apoyó en el muro.
Un rayo de luz nacía desde algún hueco, y en él
flotaban niños, ballenas, poemas de amor, piratas, historias y guerras, crímenes,
pensamientos, naufragios…
Al despertar, sobre la almohada, entre las
sábanas, entrevió un rastro que unía palabras, frases, versos, cuentos, libros.
Seguirlo fue la única alternativa que
consideró.
Texto y fotos, Virgi