miércoles, 30 de agosto de 2017

VOCES XXVI


¡Fos, menuda peste con las microalgas estas! ¿Pos no van y dicen que eso es normal, que cuando salen del fonduco del mar no se qué bacterias a coger aire, se reburujan todas y, desarretadas, pegan a escarrancharse por esos veriles de la costa? Así van, jeringando a veraniantes, guiris, pescadores y bañistas, con un tufo que da penita.
¿Y pa’ dónde nos viramos, mija? Los rebenques de los políticos mirando pa’ otro sitio (pa’ que el turismo no se retrinque); los expertos, algo desinquietos, no acaban de aclarar  el asunto; la gente, emperretada, de ver tanta mierda aquí y allá. Alguno también a la bartola, bien repochados en lajas donde no hay ni rastro de esa vida encachazada. Y mientras crecen los hoteles, crecen también los vertidos a la marea, como si ella no se pudiera rebellar un día con tanto abuso… ¡si aquí ya no cabemos más, cristiano!
A mí que no me digan, pero si hubiera una cabeza pensante bien arrecha, esto se organizaba. Pero no, lo primero es lo primero: el negocio, mi niño. Y lo demás, que se encarguen otros… ¡cruz, perro maldito, un paraíso a punto de estallar como una pita!








Texto y foto, Virgi