Déjà vu
Se despertó para ir al entierro. Era jueves y no sabía bien quién había fallecido. Sólo recordaba el altavoz anunciando una muerte. Con prisa, se vistió, salió y pagó un café en el bar de la plaza. En ese momento el cortejo fúnebre iba por la calle.
Alcanzó a ver a su mujer, sus hijos, sus hermanos, algunos sobrinos.
Imposible que él fuera el muerto, llevaba enterrado más de diez años.
Texto y foto, Virgi