Él sabe la razón de estar allí, por encima, sin que ella se haya percatado.
Cuando acabe de leer y de buscar palabras que no entiende, querrá irse a su casa, sin recordar qué camino ha de coger, qué callejón estrecho la llevará hasta la puerta correcta. Pero el gato sí, el gato conoce el recorrido, y con elegancia innata y sabiduría milenaria, la acompañará en silencio.
Texto y foto, Virginia
Medina de Túnez