No vivo sin azul, dice el pescador.
Oh, desde luego, es mi preferido, apoya la diseñadora.
¡No me hablen de azul!, grita, desaforado, el náufrago.
Para mí -solicita con educación el cautivo-un retazo, aunque sea pequeño.
Ah, el azul que todo lo ha visto, reflexiona la filósofa.
Y la nadadora, ¿qué opinará? Lo indispensable que es, claro.
Azul, azul… ¿por qué no, marrón, gris o negro? Obviamente, el criterio de alguien deprimido.
Y así, hasta el infinito. Que también es azul, por cierto.
Texto y foto, Virginia