Niña de orilla
Subía al risco, se engarapitaba en un saliente y ¡zas! lanzaba la liña. Tenía engodadas un par de viejas, columbradas con el mirafondo del padre.
Amañadita que era pa' las cosas del pesquerío, tanto se iba a pulpiar como a coger lapas y burgados, ¡fuerte chica ardilosa!
Un día que estaba la mar revirada y ella algo aguanajada por el solajero, consiguió enganchar una vieja reluciente. Entristecida al verla boquiando, en un intre la zafó del anzuelo y la devolvió a la marea.
Perdió un par de duros (malimpriados, más de uno se la hubiera comprado) pero ganó en seguranza, ya podía echárselas de conocedora y espabilada.
Texto y foto, Virginia