lunes, 28 de mayo de 2018

Final





Entonces la soledad era esto, pensó.

Se acomodó en la silla, la desvencijada silla que tanto tiempo lo había sustentado y paladeó el aire, el color hueso de las paredes, las baldosas con guirnaldas de olivos griegos, la puerta que nunca trancó bien. Vio desfilar ante sí imágenes para siempre perdidas y se sumergió en ellas, lenta y definitivamente, con la serenidad que solo da una sabiduría primigenia.


Texto y foto, Virgi