Hay un niño que canta en medio del prado. Es una melodía extraña, de otros tiempos y otros lugares. Las lejanas colinas azules arrullan su voz, y ciervos, ardillas y pájaros se detienen medio dormidos, figuras entre hierbas y ramas.
El niño canta bajo un sol aún tímido y el mundo de alrededor luce gris frente a su canción indescifrable, venida de lejos y de antes.
El niño canta y las notas se convierten en nubes que acarician a los pájaros, las ardillas y los ciervos. Luego, unos y otras emprenden un vuelo sutil y nacarado, mientras el niño, como un mago cansado de sus prodigios, se acurruca al pie de cualquier árbol.
Texto y foto, Virginia