La casa, abandonada. Resecas las huertas.
Sin agua el aljibe. El gallinero, vacío.
Bien atrancadas las puertas.
En el patio, una selva de hierbajos y matorrales.
Aún así, se me ocurrió acercar el oído al nicho diminuto y pude oír las plegarias que atesoraba.
Texto y foto, Virginia