Se lanza al agua con estilo de nadador experimentado. Bucea como una foca, desafía a los delfines y se tuesta sobre la arena. Guedejas de oro centellean entre las olas, mientras avanza rodeado de fulas, anémonas, hipocampos y palometas.
Nadie diría que bajo la piel de la espalda poderosa esconde dos alas. Es el único ángel que baja a la tierra y nada durante horas, en el cielo no hay mar.
Texto y foto, Virginia