Las flores del flamboyán arden entre las piedras. Una llamarada de pétalos y estambres incendia los bordes del camino.
Sin embargo, las hormigas, los sarantontones y las lagartijas cruzan sobre el fuego y las sombras, indemnes al calor.
Saben mejor que yo -observadora ignorante- que la hoguera no es tal, y que las brasas son sólo los restos de la primavera.
Texto y foto, Virginia