Huecos por donde alguna vez se colaron mariposas, una araña tendió su tela y dos vecinas echaron una charla.
Quizás escapó un chico para ir a la verbena y en el alféizar durmió un gato, entre macetas con geranios.
El hueco por el que una estudiante miraba el cielo, embelesada con las Pléyades, Sirio y Casiopea.
Seguramente en alguno se orearon mantas y colchas, de aquellas que iban vendiendo los portugueses de casa en casa. Por donde una madre se alongaba llamando al almuerzo, mientras las cortinas de batista se movían livianas con la brisa.
Y las moscas, ah, las moscas, esperando entrar por cualquiera de ellos, como ahora, que vienen a importunarme mientras escribo cerca de una ventana, tan parecida y a la vez, tan distinta.
Texto y fotos, Virginia