sábado, 25 de abril de 2020

Regreso









Volveré a las mimosas como soles de la casa de Iserse, y a la era de la Abejera para sentarme sobre sus radios celestes. He de cruzar barranquillos y chapas, con el olor cercano de la resina, y la sal en la distancia, hasta entrar en el patio de Teresme.




 


Bajo la tosca amarilla, ocre y siena, apoyaré la espalda viendo las sombras de las peñas, restos fantasmagóricos de lavas milenarias, cuando aún las tabaibas, los cornicales, los balos, las gamonas, las aulagas y los matorriscos, ni imaginaban nacer en sus intersticios. 



Sé que tornaré donde una vez plantamos los pinos, arriba en la árida morra cerca de Tenazo, mientras sopla el viento y canta el agua en la atarjea. 


Por los chabocos, de salto en salto, sin banot ni lanza, podré brincar como cuando era niña y crecía bajo la lluvia.



Y mi vuelta será doblemente agradecida, pues no siempre se regresa indemne a los sitios que alguna vez amamos.


Texto y fotos, Virginia