Si la vecindad supiera que cada tarde juega a las cartas con el compañero ideal. No discute, no bebe, nunca se equivoca dando las cartas. En la casa más tenebrosa del condado, la anciana Rose comparte la mesa con un antiguo inquilino. Silencioso, transparente, de facciones delicadas, jugando al mus el fantasma es un portento.