"Llegué a la Escuela Graduada La Zarza en
septiembre de 1973 y la dejé en julio de 1989. Dieciséis años fecundos donde mi
vocación de maestra se afianzó y creció hasta una pleamar gratificante, donde
las olas, vivas, poderosas como nuestro océano y dulces como sólo se puede ser
en la infancia, fueron los niños y niñas que me han hecho escribir estas
semblanzas. Existen en mi mente y en mi corazón otras muchas, que me acompañan
igualmente. Gracias a todo ese grupo de criaturas, a sus familias generosas y a
un paisaje ya para siempre en mi piel y en mi alma."
Así comienza el libro que he autoeditado como un regalo a toda esa gente que, después de décadas, aún me tienen consigo. Cuando empecé a dar clase no pude jamás imaginar, que este trabajo llegara a ser una parte irrenunciable de mí .Y aquí dentro, girando y girando, vibran esos niños y niñas que, casi un día sí y otro también, aparecen en mi vida.