Jean Michel Basquiat
Pinta
Basquiat con la pureza de un niño, la osadía contradictoria de un adolescente,
la madurez de un artista que intuye -o quizás sea mucho más que “intuición”-
que su obra camina por la senda de los grandes. Sin prejuicios, pinta sobre
puertas abandonadas, maderas viejas, lonas, trozos de gomaespuma, papeles
rotos. Los expresionismos europeos y americanos le ceden la antorcha y él la
recoge, con la libertad de alguien que sueña mientras la llama se engrandece.
Y en el sueño
comparecen sus héroes y sus creencias, sus dudas y sus heridas. El apaleado
mundo de los negros en EEUU, la sociedad de consumo, la guerra, la
violencia…Los sueños de Basquiat nos trasladan, a veces con ironía y otras con
una lucidez impropia de un artista tan joven, a un mundo donde los derechos se escriben pero no se llevan a
cabo. Sus creaciones, hablan de los cómics de su infancia, del blues, de la
poesía, del boxeo, de la desigualdad y del racismo. De las calles de Nueva
York, donde, a pesar de ser famoso, “no podía coger un taxi”.
De Kooning,
Richter, Rauschenberg, Jasper Johns, Pollock, Cy Twombly…salen a la luz entre
sus trazos y palabras, entre coronas de tres picos, dibujos del cuerpo humano,
coches, dioses y héroes.
Jean Michel
Basquiat (1960-1988), niño superdotado, culto, cautivado por Beethoven, Charlie
Parker o Leonardo, fascina por su
independencia, por su fuerza, por su originalidad, por su falta de orden
aparente, por el brillo que desprende el
negro de sus negros.
"Ahora es el momento", exposición de J.M. Basquiat en el
Guggenheim de Bilbao (3 julio-1 noviembre 2015)
Texto, Virgi