Memoria visual para recordar
cicatrices, lunares, marcas, piercings, tatuajes, ropas, peinados, marcas de
relojes. Fuerza para resistir lo suficiente, no vayan a decir luego que te
dejaste. Coraje y desvergüenza para denunciar con claridad. Memoria auditiva,
es importante recordar tonos, timbres, frases, gritos, seguramente aullidos de
bestias. Mucha serenidad a la hora de enfrentarse a las críticas por vestir muy
descocada.
Suficientes reflejos que permitan salir corriendo antes de lo peor.
Saber variados golpes de defensa personal, de esos impactantes, en plan Nikita,
a la par que poseer buenas maneras, no sea que el desparpajo perjudique a la
hora de la denuncia y pueda ser un agravante, algo así como una provocación,
que diría más de uno. Y mucha resiliencia, habrá que superar ese momento
grabado con sangre, uñas y dientes.
Todo con tal de que no haya un
resquicio que nos lleve a ser copartícipes de nuestra propia violación. Con capacidades
así, la justicia tendrá base adecuada, no como ahora, que por lo visto, no
parece tener bastantes datos a nuestro favor, a la búsqueda siempre de razones
absurdas y lamentables que disculpen o minimicen una agresión.