sábado, 25 de septiembre de 2010

Tránsito



Allí estaba.
Quizá esperándome.
Lo cierto es que la cogí.
¿Cómo no hacerlo?
Con su esplendor de luna y estrellas, me llevó lejos.



Y me posó en el nido.
Oía el viento en la veleta.
Un paisaje siena, amarillo, gris, en mis ojos.





Torres, murallas, piedras, almenas.
Callejuelas, portones, troneras, minaretes.
Llanura infinita.
El sol sobre las tejas,
las gárgolas,
los balcones.







Escribo a la sombra de la higuera.




Fotos Virgi
Madrid, Cáceres, Trujillo

sábado, 18 de septiembre de 2010

Sueño



Dormía

Palpitaba suavemente su pecho y el tul que lo cubría menguaba y crecía como la marea en algún charco de la orilla. Los brazos a los lados del cuerpo, tibios, tiernamente sonrosados y la cintura envuelta en un amasijo de cintas.
Los hombros descubiertos eran tan apetecibles como las manzanas, sedosos, seguramente crujientes en su esqueleto perfecto.
De cara a la pared, rozando un cortinaje oscuro que le concedía un perfil de diosa de altar griego, una cariátide horizontal, una bella durmiente de cuento clásico. La cinta dorada brillaba entre los cabellos, como luz tímida alumbrando el lóbulo y el cuello, tan puros, tan frágiles.
El terciopelo carmesí de las mejillas me decía que dormía plácidamente, que ni siquiera soñaba, que otros lo hicieran con ella mientras simulaba la muerte.
Me acerqué una y otra vez, nada perturbaba su descanso, ni los pasos, ni las voces susurrantes que se amortiguaban frente al sueño plácido y eterno.

Fui a verla repetidas veces. Siempre serena, imperturbable, con su piel de marfil y seda, me contagiaba la placidez de lo intangible, un halo de hermosura fuera de mi entendimiento. Esa luz que sólo encontramos al tropezar, así de pronto, con la magnitud de la belleza, y cuyos rayos únicamente nos sirven para que podamos percibir, con más claridad, la oscuridad de nuestra senda.


El sueño, c. 1800
Francisco de Goya
National Gallery, Dublin

domingo, 12 de septiembre de 2010

Spanglish II



Closed.
Oscuro. Sin aire.
Tan cerca todo.
Y tan lejos.
En la cuadrícula se diluye el cielo.

Hay colores
formas
rocas
kissses
people.

Don’t worry.
¿Cómo?
No puedo traspasarla.
Inténtalo, es fácil.
Of course.

Sola.
Detrás de la malla.

Tomorrow.
Perhaps.


Fotos Virgi

domingo, 5 de septiembre de 2010

Setecientos

En setecientos metros cabe un parque, una plaza. Recorro setecientos metros mientras paseo al perro. Voy al cine y camino setecientos metros. Aparco el coche, corro setecientos metros y me zambullo en las olas.

A setecientos metros aguardan.
No hay luz, ni olas, ni perros que ladren.
Hay oscuridad. Y en ella, gente que espera. Hablan, sonríen, comen lo mínimo, sudan, juegan tal vez a algo, no sé si cantan o rezan.
Están abajo, a setecientos metros.

Hemos llegado a la Luna, sabemos a que distancia está Andrómeda, tenemos escudos antimisiles y minas antipersonas. Limusinas de metros y metros, baños con grifos de oro, leo en el ibook, me contestas con el iphone. Uso el skype y me bronceo con los ultravioleta.

Ahí están, a setecientos metros.

Va por ellos, por su esperanza, por su lucha, por su trabajo bajo el desierto y sobre la roca. Por su fuerza, por su barba, la del tiempo que aún les queda, por las velas entre las piedras y los cantos en la noche.
Va por ellos, abajo, a setecientos metros.




Imagen de El País
28/08/2010