Enfrente de la fachada principal
de la catedral de León, una hermosa casa de tres plantas aloja la Fundación
Sierra-Pambley, emocionante sorpresa para quienes, como yo, hemos dedicado la
mayor parte de nuestra vida a la enseñanza.
No conocía nada de este proyecto
hasta que llegué a la ciudad y lo visité dos veces, impresionada por la labor
filantrópica de un terrateniente de finales del s. XIX, que dedicó su riqueza a
la educación del campesinado.
Francisco Fernández Blanco y
Sierra Pambley (1827-1915), era de familia ilustrada, extensas propiedades, ideas
progresistas y amigo de los fundadores de la Institución Libre de
Enseñanza, como fueron Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo Azcárate y
Manuel Bartolomé Cossío.
Influenciado por sus ideas,
dedicó su patrimonio a una obra altruista que buscaba el desarrollo educativo
de campesinos y obreros, fundando escuelas (la primera fue en Villablino, 1886)
para niños y niñas allá donde la situación
era muy precaria, empezando en la zona que mejor conocía y donde tenía sus
propiedades, tanto en pueblos de León como de Zamora.
Según indica la propia Fundación: “Aunque cada
escuela tenía su propio Reglamento, fueron
características comunes a todas las escuelas: la gratuidad de la
enseñanza, y la gratuidad de los medios y material de enseñanza, la
procedencia de los alumnos que fueran naturales de la zona de influencia de la
escuela, la edad, el examen de ingreso en el que se determina el nivel de
conocimientos y en igualdad de condiciones se opta por los más
desfavorecidos. Había también instaurado un sistema de premios o
incentivos en el que se pagaba a los alumnos una cantidad mensual y se becaba a
los mejores estudiantes para proseguir estudios.”
No se utilizaban libros de texto, sí de consulta, se
propiciaba el diálogo y la conversación, la lectura, los experimentos, las excursiones,
el museo escolar. Láminas, grabados, medios audiovisuales traídos del
extranjero y el uso de una biblioteca bien surtida eran algo cotidiano.
Don
Paco, como lo llamaban cariñosamente en León, fue según reza una placa, “un pródigo sembrador de Escuelas”, en
tiempos en los que estudiar estaba reservado a muy pocos. Un modelo de
pensamiento y actuación pedagógica que aún ahora es plenamente válido.
Me
habría encantado ser maestra en alguna de estas escuelas, aunque ya no
estuviera aquí para contarlo.
Texto y fotos, Virginia
Foto del promotor sacada de leonoticias, marzo 2015