El sur, el mismo de antes, mas no el de siempre. La tosca que
acaricio una vez y la siguiente, habla de fuego y volcanes, nubes ácidas, movimientos
grandiosos, erosiones de sol, lluvia y viento a través de millones de años.
Vuelvo al sur y me dejo llevar por la canción cálida de las
colinas esculturales y las rocas amenazantes; las subo, las bajo, entro en sus
oquedades, rozo las piedritas incrustadas, deshago con mis dedos la fina
arenilla que cuelga de algunos huecos, me siento a contemplar la obra
envolvente de la que me siento parte.
Los paneles de celdillas, las rocas como senos emergentes, el
encaje laborioso bordeando las lomas. El sur torna a conquistarme y yo,
tontamente enamorada, me sumerjo en él, sin preguntas, sin dudas, sin objetivos,
solo con la compañía del paisaje.
Texto y foto, Virgi