miércoles, 3 de enero de 2018

BARRANCO DE GUARIMIAR







Si bajas un día el Barranco de Guarimiar, vete despacio. 
Será una buena forma de saborear los escalones que descienden entre casas con naranjeros y limoneros, la vereda entre bancales estrechos, unos con papas, bubangos o calabazas, otros medio abandonados. Las palmeras cariñosas al borde del primer tramo del camino; algunas incluso coquetas, que se tuercen y se acercan, para luego alejarse, sabedoras de que su destino no es el caminante. 

















Si bajas un día el Barranco de Guarimiar, tómate tu tiempo, o mejor, su tiempo, el de las piedras bien calzadas, los muros en las orillas, las casitas derruidas. Tómate el tiempo de quienes labraron un sendero de vértigo por el sitio justo, sorteando diques, farallones, grietas, repechos, tobas de colores, profundidades de infarto. Observa las coladas en el risco de enfrente, las oquedades misteriosas, los prismas basálticos a punto de volar, los pinos que se alejan según bajamos, el canal que llevó agua de Benchijigua hasta Antoncojo, hoy invadido de tierra y hierbajos. 




Si bajas un día el Barranco de Guarimiar, párate cuando veas un cernícalo planeando, un cuervo en el almendrero, un cazar de perdices que huyen al oír tus pasos, con ese sonido de motor renqueante al levantar el vuelo. 
No te pierdas la vista de Imada en lo alto, así que mira de vez en cuando hacia atrás, sin miedo a que te hagas de sal. Verás el caserío rutilante al sol de la mañana, abriéndose a la vida, con turistas y campesinos bajo los majestuosos Roques, pitones fonolíticos que nos relatan la vida volcánica de La Gomera.


Si bajas un día el Barranco de Guarimiar, vete despacio, alóngate sin miedo al precipicio, está bien protegido, descuida. No verás el fondo, pero te deslumbrará una vez más el poderío de la naturaleza, la fuerza telúrica de la que venimos, la atmósfera majestuosa que quita el aliento.
Si bajas el Barranco de Guarimiar, vete despacio. Es lo que mismamente haré yo, pues seguro me perdí muchas cosas sobre las que ahora no puedo aconsejarte.


Texto y fotos, Virgi

Enero 2018