Nos quedábamos unos días en
Zamora -hace ya unos años-, una ciudad de lo más apetecible con sus numerosas iglesias románicas y un
casco antiguo que nos transportaba tiempo atrás, a Viriato, doña Urraca, El
Cid; tres de esos nombres que nos grabó la escuela en la infancia, entre otros
muchos, ciertamente, aunque poco a poco se vayan difuminando o se mezclen unos
con otros, en un baile propio de la edad y la memoria.
La ciudad es preciosa, muy
conservada, y vale mucho la pena disfrutarla paseando y visitando sus monumentos,
así como lugares algo más alejados con edificios sobresalientes, entre ellos,
san Pedro de la Nave, san Martín de Frómista, san Juan de Baños o san Cebrián
de Mazotes. Más lejos, ya en la provincia de Palencia, al norte, se encuentra
el extraordinario yacimiento de La Olmeda, una antigua villa romana con el
mayor número de mosaicos de todo el país.
Un descubrimiento bastante
reciente (1968) cuando se araban unas huertas y que después de años de excavaciones
-muchas de ellas soportadas con ilusión y generosidad por el propietario de la
finca- se abrió al público para regocijo de los visitantes. La edificación contaba
con más de treinta dependencias, y de ellas, veintiséis con mosaicos, en total
unos mil quinientos metros cuadrados decorados con minúsculas teselas. Baños
con calefacción, una palestra donde hacer ejercicios, el salón de recepciones,
dormitorios, patios, cocina, almacenes. La suntuosidad del edificio pone de
manifiesto la riqueza de los dueños y el poderío de los romanos hace más de
1600 años. Incluso en las cercanías se han descubierto alfares, graneros,
cuadras, talleres y también una necrópolis. Una casa-ciudad en medio de las
planicies castellanas.
No me importó hacer casi
cuatrocientos kilómetros de ida y vuelta sabiendo que contemplaría la
minuciosidad de los mosaicos representando retratos familiares, animales
diversos –algunos africanos- Ulises y Aquiles, cazadores, cenefas, diosecillos.
La civilización romana siempre sorprendente, pragmática y adelantada en muchos
asuntos, hasta el punto de creer que Europa funcionaba mejor con su dominio que
en estos tiempos de gobernantes miserables.
Texto, Virgi
Fotos de la red