Le dijo claramente que no quería
saber nada más de él. Pero ya sabes cómo son algunos hombres, unos pesados. Con
que sin más respuesta ni mandado, estampó su firma en la columnilla, para que
la viera cada vez que entrara a su casa, una huella estúpida, igual que esas
que van dejando algunos presuntuosos en cualquier paraje. Así y todo, ella la
dejó un tiempo, un recordatorio de su última equivocación. Hasta llegó a verle
algo artístico que alivió el peso de los malos recuerdos.
Texto y foto, Virgi