En dos brazadas atraviesa el
charco, el mejor entrenamiento para cruzar el Canal de la Mancha.
Pensaba que conquistar el mundo
era tener un globo terráqueo entre las manos.
Creyendo que era de plata se
lanzó al río. Las pirañas no tardaron en teñirlo de rojo.
En el asiento de su Fiat 500
sueña con Le Mans.
Sube al risco cercano y
se ve en disposición de culminar el Everest.