En lo seco, que dicen los
barqueros. Sin más sal en los costados ni aire en la proa. Nada de amoroso bajo
el leito, allí donde echarse sobre las redes y descansar un poco.
Sobre los callaos y la arena. Ni
viejas, catalufas, bogas o morenas entre las panas, tampoco un mirafondo ni un
pandullo. Los remos, perdidos; el timoncillo, oxidada la bisagra, ni girar
puede; el folio, despintado; la cinta metálica de la quilla, cualquiera sabe
dónde; las nasas y la pandorgas, ahítas de sol y sedientas de mar.
El cielo, sí, el cielo sigue
siendo el mismo.
Texto y foto, Virgi