Dejé la puerta abierta y entró
un perro perdido y el gato de la vecina, una mariposa errante, dos perenquenes
sigilosos, la más ardilosa de las arañas. En nada, había una fila de hormigas y
un escarabajo bajo el quicio. Sobre el dintel, un mirlo en traje de noche
acechando a unos gusanillos incautos, mientras varias moscas zumbaban en el
rayo de luz.
¿Qué haré ahora con esta diminuta
arca de Noé?
Texto y foto, Virginia