Cuando los ángeles quieren venir
a la Tierra, se despojan de alas y vestiduras celestiales, agarran cualquier
prenda que encuentren, montan en una rústica telesilla y ¡zas! en un abrir y
cerrar de ojos aparecen en el sitio más inesperado sin que podamos
reconocerlos.
Texto y foto, Virginia