Tiene mi gato algo de artista. En lo alto del ropero se regodea entre blancos, grises y negros. Imagina quizás que vive con Motherwell o que pinta con Malevich.
En su mundo peludo, mi gato duerme entre la austeridad de los colores, como si fuera un modelo de Mapplethorpe, una mancha de Klein o una gota de Rothko.
Mi gato se empericosa al armario y con sus ojos de ébano y oro sueña que es un artista.
Texto y foto, Virginia