lunes, 2 de abril de 2018

ABICORE




Como tantos otros topónimos que tenemos en las islas, Abicore nos trae reminiscencias guanches y no cuesta imaginar a algún pastor de la época, con su tamarco y su lanza, guiando las cabras por esta delicia de barranco.

Aunque actualmente ese nombre solo se usa en la parte alta -Degollada o Gollada-, al parecer existen documentos que nombran todo el vallecito con dicho topónimo.
En realidad, el barranco es solo un trozo del antiguo Camino de Abicore, que unía San Andrés con Taganana, muy usado por los habitantes de los dos bandos; unas veces por una cuestión básica de trueque de productos, otras por necesidades perentorias y muchas también, por fiestas, bodas o funerales.


Terminada la carretera que en su comienzo parte cerca del castillo medio derruido, deslumbra un palmeral de lo mejorcito de la isla, exuberante de verde, anaranjado por los frutos, ocre en los troncos de cicatrices zigzagueantes. 
Hemos de cruzar un riachuelo de aguas claras, para comenzar a pisar algunas piedras recias bien cimentadas que, aquí y allá, murmuran de sabiduría sin adornos. El rumor del agua, alguna alpispa al borde haciendo contrapeso con su cola de flecha, las ranitas y su croar que se oculta al ruido de los pasos, una abeja rondando los matorriscos y en lo alto, el cernícalo de turno que otea la caza entre los riscos.



El fluir continuo ha formado cavidades como bañeras apetecibles, cálidas de tosca roja, cascadas por donde se derrama sin cargas, desenvuelto, el arroyuelo gozoso que se desliza entre el sol y la sombra, ignorando nuestro asombro. 
Los sauces umbríos forman túneles con las cañas siempre sedientas y colonizadoras. Las pencas se alongan al camino, rodeadas de inciensos, cerrajas, tabaibas, tederas, granadillos, verodes, cardones de elegantes brazos. Cinco o seis pinos lejanos conversan entre sí, en una de las laderas empinadas de la cumbre.














Arriba, cerca de la carretera, el caserío del El Crezal, rodeado de gochos estrechos y algunos bancales más largos. Pasada la carretera, el Camino de Abicore, desciende hacia Taganana, entre fayal-brezal y laurisilva, enredado el monte entre las nubes que regalan los alisios.
Después de un rato, entra por El Portugal y nos deja, plenos de todos los verdes posibles, en las callejuelas adoquinadas de Taganana, casi al pie del retablo flamenco de la Iglesia de las Nieves.



Texto y fotos, Virgi


17 comentarios:

Ginebra dijo...

Un viaje visual por esta isla, así nos has llevado y traido. Ahora vuelvo a la realidad y he de irme: se acabaron mis vacaciones.Besos

Juan L. Trujillo dijo...

Por fin puedo comentar, sobre tus hermosas fotografías y tu cuidada y siempre sorprendente prosa.
Me conformo con tus crónicas que en verdad me hacen amar aún mas a esa bella tierra, tan lejos pero tan cercana en el corazón.
Un montón de besos que te debo.

Beauséant dijo...

Qué extraño me resulta encontrar sitios que parecen ajenos al paso del tiempo.. quizás es por como lo has contado, pero ha sido como volver muchos, muchos años atrás...

alfonso dijo...

·.
Vaya vaya vaya...
Ahora se puede comentar...
Salir de Taganana hacia arriba ya cuesta un rato, pero compensa el ver esos paisajes y 'bañeras'
Bueno, espero que los comentarios sigan abiertos... del verbo abrir.

Un beso, chicharrera

La Mirada Ausente · & · Cristal Rasgado

alfonso dijo...

Hasta donde recorro hacia atrás, no permites comentar en ninguno.
En el de Tecla añadiría algo. La echaremos de menos.

Genín dijo...

¡Una maravilla!
Besos y salud

virgi dijo...

¡Ah, qué pena, Ginebra! Pero seguro las has aprovechado como bien sabes: fotos, música, caballos, lecturas, naturaleza...¿A que acierto? Un besito y cuídate, me alegra que hayas disfrutado de este pequeño viaje en mi blog.

virgi dijo...

Recibí todos los besos, apreciado Juan L. Y en cada uno sé que hay un trocito de tu corazón enorme, abierto y siempre inspirado. Mil gracias por los piropos, bastante inmerecidos, pero se agradecen con una sonrisa. Abrazo grandísimo y no pierdas ese arte que tienes para todo lo que veo en tu blog.

virgi dijo...

Pues sí, Beauséant, así mismo es, un recorrido al pasado total. Un placer que vengas, besos y abrazos. Y gracias, of course!

virgi dijo...

Estoy en ello, Ñoco, no te quejes, que aquí ya me has dejado dos. Quizás te haga caso una temporadilla, hay que prestar atención a la gente con experiencia ;)
En cuanto a nuestra Soco, qué penita sentí! Una persona se una sensibilidad exquisita, abierta, con sentido del humor, luchadora...y además, maestra. Más de una vez pensamos en vernos, pero no salió. La recuerdo mucho y me parece imposible que ya no vuelva a encontrarla por aquí.
Te va mi abrazo, querido chico, con ganas de verte, fíjate!

virgi dijo...

¡Oh, Genín, como sueles, tan positivo y estimulante! Mil gracias, chicarrón, un abrazo fuerte, cuídeseme mucho.

Tesa Medina dijo...

Tienes una manera tan especial de narrar, Virgi, con esa prósa tan poética y sonora que me quedo embelesada.
Me encantaría que la gente hablara así, como tú escribes.

Sigo con la mirada los hermosos paisajes que nos muestras y mi espíritu vuela y sucumbe rendido a tu relato imaginando.

Me gustan mucho los sauces umbríos y los pinos conversando a lo lejos, mientras en lo alto el cernícalo otea entre los riscos.

Un abrazo,

virgi dijo...

No sabes lo que me alegra que te guste, querida Tesa, y más te encantaría si lo vieras en vivo. Este rincón es altamente sorprendente, tiene mucha vida, muy evocador pasear a la vera del agua, sorteando la vegetación y oyendo las ranitas. Pues nada, te lo enseñaré más pronto que tarde, sí, sí.
Mil gracias por tu empatía, besos y abrazos.

Myriam dijo...

Precioso recorrido, Virgi.
Un lugar más que me apunto.
Además con un nombre guanche curioso.

Besotes

Ana Mª Ferrin dijo...

Ver la cresta, casi diadema, reflejada en el mínimo charco.
Un azul, dos, tres.
Ver los goteros soltando lágrimas que irán a ensancharlo.
Agua tendida, agua en el agua. La vida.

Saludos.

virgi dijo...

Como te recorres el mundo, querida Myriam, no estaría mal que un día recalaras por aquí, serías muy bien recibida. Un abrazo enorme, ya sabes...
¡Y muy agradecida de tu visita!

virgi dijo...

Muy bonitas palabras, Ana María, un placer que vengas tan inspirada, ahora que he abierto los comentarios después de tiempo. GRACIAS.
Abrazo grande