jueves, 30 de abril de 2009

Tête dit "Le lapin"

Orgullosa y segura, la cabeza se yergue sobre la piedra.
El mármol se ha convertido en hierro.
Hierro forjado, machacado, soldado,
doblado, partido, pulido, arañado.
Reverenciado también.
Vemos huellas anteriores
y piedras esculpidas a lo largo de los siglos.
Hombres dejando marcas, ojos y arrugas.
Hierro, bronce, granito, madera,
basalto, yeso,
todos con el brillo del arte.
Bustos cincelados,
espaldas y piernas expuestas ante nuestros ojos.

Siempre habrá quien nos fascine
con sus manos de artista y el alma de un poeta.


(Pieza de Julio González, 1930)



4 comentarios:

Ventana indiscreta dijo...

La fascinación vine muchas veces de la elementalidad, la sencillez y el escaso retoque en los trabajos realizados. Pero para ello hay que tener las cosas muy claras y muy forjadas.
Tal es el caso de esa hermosa pieza de Julio González.

Besos.

Anónimo dijo...

Y yo que no le veo cara de "conejo?"
A mî, me han fascinado, estos versos tuyos. Y no digo màs.

Un beso

edgar dijo...

¡Qué genial coincidencia! Yo he visto la retrospectiva que han hecho en el Reina Sofía y me dejó absolutamente cautivado.
Una alegría para mi que hayas colgado esta entrada. Me parece un artista personal, deicado y con una trayectoria muy homogénea y honesta.

virgi dijo...

Tienes razón, tener las cosas claras es fundamental, por eso hay pocos artistas auténticos. Gracias, Sofía, por tus visitas.

Eva ¿qué decirte? que me halaga tu fascinación, besos dulces de zarzamora y caramelos.

Yo también estuve por allí y me impresionó muchísimo, sólo conocía cosas sueltas en diferentes lugares. Un saludo agradecido, sí, sí.