El agua, a través de miles y miles de años, esculpe prodigios como este tramo del Barranco de Barafonso, en Gran Canaria. No sabes si acariciar la arenisca, besarla con devoción o pegar el cuerpo a ella, esperando te contagie algo de su belleza. Hagas una u otra, todas o alguna más, o quizás ninguna, la sola contemplación de una obra de arte escondida en uno de los innumerables barrancos que recorren nuestras islas, ya es una satisfacción.
Texto y fotos, Virginia