domingo, 2 de mayo de 2021

Dédalo, arquitecto en Cerdeña

 

Cuentan en Cerdeña que los enigmáticos nuraghes que andan regados por la isla, fueron construidos por Dédalo, el padre de Ícaro, atrevido joven que voló hacia el sol, toda una hazaña que nos cautiva, aunque sea una leyenda de las más irreales.

Arquitecto de renombre y constructor del laberinto donde el rey Minos encerró al Minotauro, Dédalo se cansó un día de los encargos del monarca y escapó primero a Sicilia y luego a Cerdeña. Aquí lo acogieron con magnanimidad, y en pago, Dédalo les enseñó a construir los nuraghes, adquiriendo los habitantes tanta práctica, que ahora se encuentran en gran número por todo el territorio sardo.


Cerdeña es una isla de playas paradisíacas, bruscos acantilados y grandes bosques. Pero lo que resulta ciertamente deseable, es ir encontrando nuraghes, uno aquí, otro en el pueblo siguiente, varios algo más lejos. Construcciones de bloques unidos sin argamasa, que forman, generalmente, un edificio troncocónico, como torres en medio del paisaje. De una edad alrededor de tres mil años, los nuraghes poseen un magnetismo propio, una atracción de la que no nos cansamos por muchos que veamos, existiendo más de 7.000 en toda la isla, de distintas altura y grados de conservación. Uno de lo más impresionantes es el Su Nuraxi, nominado Patrimonio de la Humanidad en 1997.

Estas construcciones, unidas a la armonía que aún conserva la isla en cuanto a paisaje, pueblos y ciudades, hacen que Cerdeña sea digna de ser recorrida desde Olbia -en griego significa “la dichosa”- con la cercana Costa Esmeralda (ya su nombre lo dice todo), hasta Cagliari, ciudad de coloreados edificios, sin olvidar Alghero, todavía con la huella de su pertenencia a la Corona de Aragón durante siglos.


Los nuraghes de Dédalo nos esperan para deslizar nuestras manos por su piel milenaria, sin importarnos si su origen es parte del mito o algo todavía por descubrir. Silenciosos en lo alto de una colina o en medio de un valle, nos invitan a pensar en todo lo que aún no sabemos.


Texto, Virginia

Fotografías de la red