Sin previo aviso y conectadas por el hilo invisible del Arte y la Historia, un buen día dos diosas bajaron al unísono de los pedestales y se encontraron en una esquina.
A salvo de turistas, fotos, restauraciones y
murmullos de admiración, se ven de cuando en cuando y conversan, no sabemos
cómo, pero lo hacen, sí, sobre sus vidas milenarias.
Venus vive al borde de una playa nudista, libre y salvaje. Victoria trabaja en una organización de minusválidos.
Texto y fotos, Virginia
Museo Arqueológico de Atenas