jueves, 15 de abril de 2021

Fárrago



Había cucharas, periódicos, una cocinilla oxidada, barricas, vasos y platos, un inesperado suelo rojizo de ladrillos fraileros cubiertos de tierra, una cartera vacía, papeles, la virgen enmarcada sobre la pared tiznada, la cortina rasgando la mitad de la cueva. Una mesa valiosa,  antiguos los cabezales de las camas. También la destiladera, olvidada entre los trastos, sin agua, sin vida.




El tenedor con mango de hueso hizo ademán de contarme su historia, pero yo, embobecida en aquel espacio caótico y bello, no tuve oídos para escucharlo.



Ahora solo me queda el recuerdo de un momento, tan frágil como las vidas que usaron las camas y las colchas, los calderos, las sillas. Quienes se miraron al espejo antes de salir al campo, a buscar agua, a coger hierba, a plantar el grano.

O tan solo por verse una vez más antes de morir.


Texto y fotos, Virginia