En su época rebelde odiaba cualquier alusión que le
recordara a sus ancestros.
“Oh,
tiene los ojos de la abuela”
“Te
pareces a tu padre en el caminar”
“Sacaste
la sonrisa materna”
“Mira
qué ademanes tan familiares”
De adulto aún más rebelde, y confinado por largo
tiempo entre cuatro paredes, vino a darse cuenta con
qué ansia deseaba volver a escucharlas.
Texto y foto, Virginia