Recibí de mi hermana Nice una
foto que me removió como el cucharón en una sopa. O algo parecido. Después de
dos meses sin pisar los lugares de mis largos primeros años, iluminados por una
luz primaveral que seguramente es tan pura como en aquellos tiempos, trocitos de
vida salieron raudos, volando como lo hace la pólvora en un fuego de artificio.
La iglesia, hermosa y valiosa, de
torre robusta y campanas que sonaban varias veces al día, marcando horarios que
había que cumplir a rajatabla. La plaza, el parco ciprés, las dos acacias, la
cruz y el banco donde descansar de los juegos, al soco de sus lajas chasneras
que aún perduran, tibias al sol de la tarde, hirvientes a mediodía. El balcón
de La Casona, tapizado de verodes y el pozo a un lado. La vecindad amorosa con
la escasa chiquillería, la gente que subía y bajaba saludando atentamente.
La escuela de la abuela Hortensia y luego de mi hermana Maya, hoy de ventanas rojo inglés, donde
aprendí las primeras letras y de la que salimos aquella mañana del 59, a ver el
eclipse con cristales ahumados, cuando las gallinas se acostaron al sentir que
atardecía, mientras mi madre nos tomaba unas cuantas fotos.
En los jardines y sus parterres
circundados con botellas vueltas del revés, florecían rosas olorosas y efímeras,
guaidiles espontáneos, estrelitzias, calas y geranios. Aún se mantiene el
nisperero, al que trepaba con agilidad evaporada hace ya tiempo, el guayabero
tímido pero generoso, los almendreros de primavera japonesa. Algo más lejos, crecían
las pencas de higos exquisitos, un par de membrilleros casi alongados al
barranco.
De los boliches, las pelotas de
“paro” o el “brilé”, las patinetas, la escondidilla, la guerra, el tejo, la
soga, la bicicleta, los amigos, las ventas de chicles Bazooka, regalíz, chochos
y melcorchas no quedan huellas ni en la plaza ni en sus alrededores. Pero no me
importa, van conmigo y salen a flote en momentos como estos, cuando una imagen
empuja desde algún lugar desconocido lo que se nos grabó para siempre, en un
tiempo lejano y dichoso.
Texto, Virginia
Foto, Nice